Y se fue allá, con los “Inmortales”
Descansa en paz Carlos Fuentes. Aquí un homenaje a tu buena conciencia, que queda habita con nosotros...
El día 15 de mayo se dio a conocer una de las noticias que
risten de luto no sólo a las letras latinoamericanas, sino a las universales.
El gran “embajador” de la literatura mexicana Carlos Fuentes falleció. El único
consuelo que queda es su vasto legado para conocer una de las mentes más
lúcidas del siglo XXI. Para recordar el vacío que deja, únicamente hay que ver
su hermosa prosa, aunada a la delicadeza e inspiración que ponía en cada una de
sus creaciones. A la edad de 83 años, Fuentes cumplió su sueño: se despidió dejeste mundo apretando la pluma por última vez.
Su
lugar entre los grandes de la literatura latina está asegurado. Coetáneo de los
grandes del llamado “boom” latinoamericano, redactó a la par de enormes
personas. Sólo por nombrar a tres, que tienen su lugar grabado en lo perenne,
me atreveré a invocar a Julio Cortázar, Gabriel García Márquez y Jorge Luis
Borges. Relumbrante, a la edad de 29
años, el joven Fuentes publicó la que sería una de sus novelas clásicas; La
región más transparente.
Su obra
primogénita muestra la transición de
la vida revolucionaria, rural y campesina, a la modernización e
industrialización de México. A su vez, muestra la fragmentación de las clases
sociales y como, a través de estafas y compadrazgos, los caudillos de la
revolución se adueñan de los frutas de la misma; dejando a la población baja, a
los indígenas, obreros y madres solteras aislados y condenados a la desolación
dentro de la “ciudad de los palacios”. Proeza narrativa, que atemporalidad, un
alto grado de complejidad dentro de los personajes y numerosas historias
entrelazadas hacen de ésta obra una de sus piezas clave.
Y si
hay alguna obra que sea una verdadera delicia para el amante de la subjetividad
histórica, está debe ser –sin lugar a dudas- “La muerte de Artemio Cruz”. En
ella, Fuentes recrea la atmosfera antes, durante, y después de la revolución
mexicana. Artemio Cruz se convierte él pilar
de un grupo que se adueña, literalmente, de las empresas del país gracias a su
relación con el gobierno y las agencias gringas. A su vez, muestra el conflicto
del mexicano jodido, que vuelca todos sus deseos en ser el más chingón. Este
chingón de chingones nunca soltará el poder, hasta que la muerte lo alcance.
Para
cerrar con broche de oro hay que recordar su famosa novela Aura. Esta
excepcional narración te lleva –sí, tú eres el protagonista– por una historia
sobrenatural. Una casa en donceles, los ojos misteriosos, como el mar, como la
vida misma y su eternamente vieja madre. Si no la has leído, ¿qué esperas?
Carlos Fuentes fue y es uno de los escritores que con su
ingenio, sus ganas de sembrar esa semilla llamada conciencia, y urdiendo un
complejo y hermoso entretejido de palabras, logró fundir en más de una ocasión
su pensamiento con sus creaciones literarias. Hoy se va de este plano soez y
terrenal su cuerpo. Pero, su espíritu incrustado, a golpes y tachones, en cada
uno de sus textos vivirá en la memoria de todos aquellos que lo resuciten
tomándose el tiempo de disfrutar del estético pensamiento de una mente
brillante.
Adiós Carlos Fuentes, mejor dicho, hasta pronto; hasta que
tu aura se pose en las manos de quien ilumines.
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