miércoles, 23 de mayo de 2012

Sobre el amor y la esperanza

Apuntes acerca de la esperanza y el amor

En este mundo que habitamos, donde la gente se burla del amor y de la esperanza, combatimos en una batalla sin tregua para salvarnos del abismo. 

Hoy día es muy fácil decir: "El mundo está de la chingada". Este tipo de frases y comentarios, la des-esperanza, abunda. Simplemente es cuestión de abordar  un día el metro de la Ciudad de México; ahí, abrir los ojos (y la conciencia) para encontrar seres humanos. Los más desprotegidos, aquellos que se revuelven en la miseria de ni siquiera ser vistos u oídos. Son todos y todas los marginados del sistema. O como piensan muchos, los "parásitos" -huevones, flojos, vagos- de esta sociedad. A esta visión añadamos el odio. El odio hacia los pobres, que resulta por convertirlos en criminales; la crisis de oportunidades de desarrollo para los habitantes con menos recursos, y la tremenda campaña de enemistad entre los partidos políticos. Más aun, el odio que escinde las vidas de las personas, esa brecha social donde por ser de la clase alta se hace menos a la gente con recursos limitados, y (la triste realidad) viceversa: vivimos en pequeñas sociedades o polos llenos de intolerancia. Intolerancia, que nos lleva a la violencia y ruptura de las relaciones humanas en el país.  

Y no son sólo ellos -los pobres- quienes sufren la marginación sistémica, también están todas las personas discriminadas por su preferencia sexual; los indígenas que luchan por mantener una vida no-occidentalizada; los comuneros que defienden sus tierras; los obreros no burocratizados; las mujeres que reclaman con dignidad sus libertades; los estudiantes que se manifiestan y exigen una postura más crítica; los activistas políticos y sociales que sueñan y trabajan por un lugar distinto. Y la lista podría seguir creciendo. Y son, precisamente estos grupos, los sin rostro, los principales motores de los movimientos o -como diría John Holloway- grietas sociales. Pero, ¿qué impele a estos hombres y mujeres a pasar de la apatía a la acción?

Entre muchos otros factores hay dos de vital importancia: el amor y la esperanza. Pero, no se hablará de estas dos potencialidades en un sentido hollywoodense; son -en realidad- dos fuerzas políticas. Cuando se habla de la esperanza en la política muchos se burlarán: "iluso, creyente". Sin embargo, no se dan cuenta que la esperanza es praxis. Es acción, la esperanza sólo existe en tanto que se trabaja por ese mundo  otro. Por alcanzar la emancipación del yugo del Estado y el mercado que oprime las vidas de millones en la Tierra. Es la posibilidad de salir del abismo, de esta realidad cínica y grotesca. Y a propósito, la esperanza florece y existe en diversas partes del mundo. Vive con los zapatistas en Chiapas, con los piqueteros argentinos, con los indígenas de Bolivia, de Ecuador y de Chile; y esos son sólo los ejemplos latinoamericanos. Esas nuevas realidades que desafían al sistema y muestran que ese mundo otro existe. 

Por otro lado está el amor. ¿Qué puede hacer el amor en este mundo de odio? El amor en el sentido de
 ágape que es traducido como solidaridad. Mas, va mucho más allá. El ágape -como sentencia Enrique Dussel- es el amor con el otro, y en mayor medida con el oprimido. Es la aceptación de  2 sujetos con senderos diferentes (el hombre de ciudad con el campesino), pero con la misma dignidad. El odio es un sentimiento reaccionario, que sólo se utiliza en-contra. En México, sus máximos exponentes son la clase política, empresarial y demás acomodados que han lucrado a costa del pueblo. Y también, quienes (como Enrique Peña Nieto o Felipe Calderón) se excusan en el derecho de la violencia para asesinar y violar personas. El odio, no destruye (deconstructivistamente), simplemente oprime y da muerte. El amor en cambio, es  póiesis que significa crear, producir. Y esto es parir, dar vida a algo nuevo. La fuerza del amor es que gira en torno a la inclusión, el recuerdo, la creación y la vida.

El tiempo sigue su curso, y las pequeñas y grandes luchas por la liberación de los pueblos a nivel global marchan. No habrá que olvidar estos dos pilares de la lucha política; de lo contrario, nos condenaremos a cometer los errores del ayer. Cuando acaezca el kairos (escisión histórica) será momento de tomar partido. Yo vislumbro dos rutas. La primera es continuar el despojo, la rapiña, la acumulación de odio y desesperanza. El otro sendero es la emancipación a través de la siembra (o creación) de otredades, de la lucha digna; de recordar que lo más sagrado es la vida. No lo olvidemos. 



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